Es difícil explicar aquello que duele. Es difícil tratar de hacer
entender algo que para muchos está lejos, pero sabes que es necesario, aunque sea doloroso, extraño o triste.
Es difícil explicar que existen niños y niñas sin familia, sin hogar.
Niños y niñas que hoy no duermen en casa, pero es que mañana tampoco lo harán.
Es difícil explicar que hoy es un día especial, que es su cumpleaños y que esa
mujer que le tuvo en su vientre durante, al menos, seis meses, hoy no está.
Es difícil comprender que con apenas cinco años ha sentido todo el miedo,
toda la angustia, todo el malestar, que su alma de niño le ha permitido
soportar.
Es difícil saber que su raciocinio no alcanza a valorar la crudeza de su
realidad…Es duro, es difícil, es triste y es veraz.
Hablo de niños, de bebés y recién nacidos, que por alguna circunstancia
hoy no viven con aquellos a los que se denominan “papás”. Viven en una
residencia disfrazada de hogar, rodeados de personas que, lejos de lazos
biológicos, crean lazos de afectividad.
Quiero ser clara, directa y comprensible. Hay niños en situación de
abandono, hay niños en residencias infantiles, hay niños que sólo salen a la
calle si una persona voluntaria decide pasear. Hay niños que viven el día de su cumpleaños,
la magia de la Navidad y las vacaciones
de verano en esa misma habitación que les arropa y les da cobijo en su cotidianidad. Hay niños que a
su corta edad han vivido situaciones insostenibles para cualquier adulto. Hay
niños con pesadas mochilas a cuestas…que SONRÍEN si te ven aparecer.
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