14 de febrero de 2014

Difícil

Es difícil explicar aquello que duele. Es difícil tratar de hacer entender algo que para muchos está lejos, pero sabes que es necesario, aunque sea doloroso, extraño o triste.
Es difícil explicar que existen niños y niñas sin familia, sin hogar. Niños y niñas que hoy no duermen en casa, pero es que mañana tampoco lo harán.
Es difícil explicar que hoy es un día especial, que es su cumpleaños y que esa mujer que le tuvo en su vientre durante, al menos, seis meses, hoy no está.
Es difícil comprender que con apenas cinco años ha sentido todo el miedo, toda la angustia, todo el malestar, que su alma de niño le ha permitido soportar.
Es difícil saber que su raciocinio no alcanza a valorar la crudeza de su realidad…Es duro, es difícil, es triste y es veraz.


Hablo de niños, de bebés y recién nacidos, que por alguna circunstancia hoy no viven con aquellos a los que se denominan “papás”. Viven en una residencia disfrazada de hogar, rodeados de personas que, lejos de lazos biológicos, crean lazos de afectividad.
Quiero ser clara, directa y comprensible. Hay niños en situación de abandono, hay niños en residencias infantiles, hay niños que sólo salen a la calle si una persona voluntaria decide pasear. Hay niños que viven el día de su cumpleaños, la magia de la Navidad y las vacaciones de verano en esa misma habitación que les arropa y les da cobijo en su cotidianidad. Hay niños que a su corta edad han vivido situaciones insostenibles para cualquier adulto. Hay niños con pesadas mochilas a cuestas…que SONRÍEN si te ven aparecer. 

31 de enero de 2014

Reutilizando


Un barquito


De cáscara de nuez


Adornado con velas de papel


Se hizo hoy a la mar


Para lejos llevar gotitas doradas de miel


[...]

Navegar sin temor
en el mar es lo mejor,
no hay razón de ponerse a temblar.
Y si viene negra tempestad
reír, remar y cantar.


22 de enero de 2014

Al irme...






"Estos besos, ya no se te van a borrar nunca"

(A. 6 años, tras darme un montón de besos.)

2 de enero de 2014

Base de Seguridad

El año pasado (¡Guau! ¡Feliz 2014!) acudí a una formación en la que Amaia, amable psicóloga de profesión, nos destapó los entresijos de una obviedad humana, que al parecer no era tan obvia hasta ese momento para la audiencia allí presente: la base de seguridad.
 La base de seguridad personal se inicia y se concluye dentro de la primera etapa de la vida, la infancia. Ésta está conformada por dos pilares fundamentales: el afecto y la exploración.

 Por un lado, el afecto, el cariño, lo que puede definirse como el amor, en definitiva. Calmar esa necesidad de necesitarnos, transmitirles tranquilidad, seguridad con nuestros besos, abrazos y sonrisas. Hacerles saber que todo está bien y que allí estamos nosotros para satisfacer sus demandas más humanas porsiemprejamás.
Por otro lado, la exploración, el juego, dejar fluir la curiosidad innata de los pequeños. Querer saber, observar, explorar, investigar y hacer. Mientras, desde el otro lado, nosotros, que realizamos un -gran- aprendizaje vicario.

Una vez hecho mención a los cimientos que conforman la base de seguridad, hablemos de dos estados principales en los que un recién nacido puede encontrarse habitualmente:

1. Estado de calma o sosiego.
2. Estado de activación.

Un bebé pasa de un estado a otro en multitud de ocasiones y la regulación –o no- de sus necesidades depende de la persona adulta que le acompaña y condicionará la construcción correcta -o no- de la base de seguridad personal.


Cuando un bebé en estado de sosiego se activa y comienza a llorar demandando una necesidad, si el adulto que está a su lado le calma, le protege, ayuda a satisfacer aquello que el bebé requiere, este bebé se encontrará en una situación de seguridad, que le permitirá volver al estado de sosiego y calma inicial (y vuelta a empezar).
 Puede decirse entonces, que la base de seguridad personal de este pequeño, está siendo regularizada (heteroregulación), por lo que se está desarrollando óptimamente.

Sin embargo, cuando un bebé en estado de sosiego se activa y no encuentra consuelo alguno, dicho estado comienza a aumentar –hiperactivación- llegado a cotas elevadas de desesperación que promueven y/u obligan a que sea el propio cerebro del pequeño, aún no desarrollado para realizar estas operaciones, el que ponga en marcha un mecanismo regulador (autorregulación) que genera endorfinas que le trasladan de un extremo al otro. 
Puede decirse que la base de seguridad personal de este infante no se está desarrollando correctamente o incluso que es inexistente y se trata de una situación de desamparo o abandono.

Bien, una vez puestos en situación, sólo puedo pedirle al 2014 (ahora que andamos con deseos) que...ojala cada vez haya menos niños en situación de abandono y mayor conciencia social.
¡Ojala!